Empieza a surgir en mi interior el fuego abrasador que todo lo purifica.
Desde el púlpito, el maestro incita al saber, al pensar personal.
Nada queda ya de los días de sombras e inseguridad.
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Que hay otro ser por el que miro el mundo, porque me está queriendo con sus ojos. Que hay otra voz con la que digo cosas no sospechadas por mi gran silencio
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