En las tardes desesperadas del bochorno de verano,
miro pasar las horas entre la agonía del cansancio y
la desesperanza del viento de otoño.
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Que hay otro ser por el que miro el mundo, porque me está queriendo con sus ojos. Que hay otra voz con la que digo cosas no sospechadas por mi gran silencio
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