Un día sin fin. Una noche pasajera. Un momento eterno. Aquella caricia que siempre fue, aquella mirada que nunca se despidió.
Las palabras viajeras que pasan de mi boca a tus oidos. El viento que se desliza entre tus cabellos y llena mi mente de recuerdos, de sensaciones, de pensamientos pasajeros y quebradizos.
¿Por qué no te retuve? ¿Por qué dejé que te fueras? La puerta se cerró y el aire gélido de esa noche de invierno entró conmigo en mi piso, y se instaló con mis ideas eróticas sobre ti.
Han pasado los segundos, los minutos, las horas, las semanas, los meses, y por desgracia los años, y por mucho que intento aullarte, susurrarte al oido, decirte todo lo que quiero que entiendas. Pero sin embargo, me callo, me reprimo.
Y así se pasan los segundos, los minutos, las horas, las semanas, los meses, los años y la eternidad.
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