Los secretos mejor guardados están bajo candados oxidados en la memoria de aquellos que lo pusieron. Las llaves perdidas de la desconfianza penden de las cadenas que algunos muertos en vida llevan atadas a sus cuellos, recordándoles que algún día sucedió aquello que no debería haber ocurrido.
La nostalgia hace florecer esos pensamientos olvidados, repudiados, pero que nunca pueden desaparecer para siempre, porque nuestra mente no quiere.