jueves, 21 de marzo de 2019

Y yo que siempre me pregunto lo mismo replanteado desde todos los puntos posibles que puedo tejer en mi mente. Cuya organización he sabido disfrutar a base de etiquetas, subrayadores o puntos de colores. Letras minúsculas que se encerraban dentro de las letras pequeñas. Esquemas, hojas Excel, hasta power point entre calado con una base de imágenes, sonidos y olores que me hacen resetear mi mente al forzar un cierre de ojos que se va alargando varios segundos. Primero uno, para darme cuenta de lo que estoy analizando. Después tres, para aceptar que esa es la duda que quiero resolver. Y como en una de esas canciones de mujeres con dudas infinitas, mis sentidos se interconectan para darme a entender que deje de buscar una lógica y sentido a todo, y que empiece a disfrutar, que empiece a degustar el es lo que es, sin más, con todo lo que es.

Lunares rojos

El rojo intenso de tu vestido cuyo vuelo levanta el viento al pasar por la esquina de la plaza. Esa pasión que casi se funde con el brillo de tus ojos, con el vaivén de tus pestañas eternamente largas, que rozan los cristales de las lunas tintadas de tus gafas de sol. Ese fuego que se desprende de tu melena rizada, que cae sobre tus hombros desnudos y blancos, en cuyo fondo se dibujan los lunares que se esparcen por toda tu silueta hasta alcanzar el final tus curvas.

interestelar

Si pudiera concentrarme en un punto fijo que me orientara hacia el camino que debo seguir. Como si cada mañana me despertara para conseguir lograr ese ansiado momento de felicidad cuyos carteles de publicidad a lo largo de la autopista me recuerdan cada trayecto de 7 a 7:25 que hago para poder llegar a mi asiento perpetuo, el cuál sigue conservando mi calor.

Y aquí me tienes, observando si ante mí se abrirá en algún instante un agujero interestelar que me teletransporte a uno de esos mundos paralelos, donde mi yo negativo y pesimista se regodeé de ello y haga de su propio malestar el principio para un método contra la soledad del alma. Donde todo lo que se piense se diga, sin la importancia de estar siendo juzgada por todos los que me rodean. Donde las palabras unan en vez de romper con el todo que nos formulamos en la cabeza.

only the wind