miércoles, 22 de mayo de 2019

pensamiento irracional

La distancia entre tu mente y la mía puede estar a años luz de nuestros planetas. Cuyos soles desprenden calor que es absorbido por nuestros cuerpos y que no somos capaces de transportar con el roce de nuestra piel.
Antes eremos uno, o eso es lo que me decían las canciones melosas que escuchaba de manera repetitiva. La repetición de los sueños, de las caricias, de tu nombre, de la desconfianza, del miedo a tenerte o del miedo a perderte. El olor suave que aspiraba desde tu cuello y que me conectaba con los mayos soleados de la costa francesa. Tus dedos entrelazados con los míos, recorriendo mi piel, llegando a la maraña de rizos que salpicaba mis hombros.
Todo lo idílico de los vídeos de música, en el que se resume la experiencia a 3 minutos. Cuyos 30 últimos segundos son el bravío de un orgasmo espiritual, donde yo, consciente de mi pensamiento irracional, ha sucumbido al tráiler de Disney, aún a sabiendas que mi cabeza me expone los argumentos para volver a poner los pies, que se habían despegado, en el suelo de madera frío y seco que se encuentra debajo de mí. Y a sabiendas de que todo es una nada de despropósitos y clichés, mi corazón se ha arrugado un poquito más, y ni todo el helado de caramelo salado que tengo en mi congelador, será capaz de resucitar esa parte de inocencia que he perdido con tu silencio.

viernes, 17 de mayo de 2019

Debajo del puente donde la corriente se llevó lo que quedaba de mi inocencia, me alojo entre recuerdos y pensamientos. La humedad traspasa mis zapatillas y va subiendo por mis piernas hasta mis rodillas. El frío comienza a apoderarse de mí y atrofia mis articulaciones. Dentro de poco la nada se instaurará en mí. Todos aquellas ideas que rondaban mi cabeza desaparecerán, dejando espacio a lo que lo dominará todo. La musiquilla que canturreo entre dientes se parará y el tiempo instalará el silencio que todo lo puede, que todo lo barre y lo convierte en nada.
Si pudieras escuchar la música que vibra dentro de mi corazón...

Si descubrieras ese baile de pies por debajo de la mesa, incesante...

Si miraras más allá de mis ojos oscuros que te gritan...

Si percibieras la esencia que emana de mí...

Si te parases por un momento. Si dejases todo embrujo externo que te hace no fijarte en mí, en lo que realmente soy, y que por artificios de la vida nunca llego a impulsar para que salga del fondo.

Entonces te darías cuenta de lo que te extraño.

martes, 7 de mayo de 2019

musas

Las musas no se han ido, no han huido tras una debacle sin precedentes una tarde de primavera lluviosa. No han desaparecido tras las nubes grises de mi imaginación.

En vez de eso, las guardé, las encerré, las dejé en un rincón primero chillando, luego hablándome cada vez más bajito...para al final lamentarse de la elección de títere que les había tocado.
Los ecos de sus voces secas retumban en mi cabeza, que las transmite a mi columna vertebral, que a su vez lo distribuye hasta mis articulaciones, por el torrente sanguíneo, explotando en mi corazón.