Cuando el sol está en lo más alto del cielo, brillando e impactando en el asfalto, que lleva horas recolectando su calor, miro a la ventana buscando un poco de aire fresco, que no se haya viciado en mi cubículo de trabajo. Rodeada de dos gatas somnolientas que abren los ojos para confirmar que todavía no me he ido de su lado, la idea de belleza se diluye al pensar en los tiempos que corren.
Imposible contemplar la estampa de primavera pura que asoma por mi pared...sabiendo que aquel que lo contemplaba conmigo ya no está. La soledad que se apodera estos días de nosotros se sitúa justo al lado de los rosales en flor que llevan días reivindicando su sitio. Falta luz natural que evoque lo que realmente es el mayo que nos grita primavera...Faltan paraguas escondidos en el fondo del bolso que sacamos corriendo cuando una tormenta de mayo se apodera de una tarde y nos deja en 15 minutos una lluvia fría, destruyendo parte de esas rosas vanidosas.
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