A los nervios que se crean cuando empiezas a descubrir a otra persona, se suma la incertidumbre de saber si a esa persona le creas las mismas sensaciones que tú estás teniendo.
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Que hay otro ser por el que miro el mundo, porque me está queriendo con sus ojos. Que hay otra voz con la que digo cosas no sospechadas por mi gran silencio
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