Se empieza a notar el final del verano que ha dado paso al movimiento incesante de los árboles que diviso por mi ventana. Ese armonioso y e hipnótico baile de hojas y ramas que resuenan. El sol tímido, no quiere salir desde detrás de las nubes plomizas, haciendo que la melancolía se apodere de mis días, de mis ideas. Llegando a penetrar hasta el fondo, donde el dorado de las tardes junto al mar, se diluyen en los charcos fríos de las aceras que se forman a finales de Septiembre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario